lunes, 21 de noviembre de 2016

EVOLUCIÓN DE LAS ESCARAS SEGÚN ESTADIO:

La escara o úlcera por presión comienza como un enrojecimiento de la piel que empeora con el tiempo, formando una ampolla, luego una llaga y finalmente un cráter. Se distinguen cuatro estadios de gravedad:

 Estadio I: 

En esta primera fase se observa un área enrojecida sobre la piel que al presionarla no se vuelve blanca (eritema). Este es el primer signo visible que indica que se está comenzando a formar una escara (úlcera por presión). 

Estadio II: 

Se caracteriza por la pérdida parcial del grosor de la piel.  Se forma una herida superficial con aspecto de abrasión o ampolla. 

Estadio III: 

Lesiones superficiales con necrosis epidérmica (destrucción de tejido). Se manifiesta por la aparición en un «cráter» en la piel. 

Estadio IV: 

Pérdida total del grosor de la piel. Puede provocar necrosis de los tejidos y causar lesiones en los músculos, tendones o huesos. Es muy importante localizar la escara en su primera fase, ya que su evolución es muy rápida (cuestión de horas). Cuando la escara afecta a los músculos y huesos son más difíciles de tratar, por lo que la prevención es esencial. 

EXCESO DE HUMEDAD:

Objetivo: Evitar signos de maceración o infección en la piel por el contacto de incontinencia fecal/urinaria, sudoración, drenajes y exudado de heridas.
Cuidados:
• Cuidados del paciente: sondaje vesical si es necesario, colocar pañales absorbentes o colectores.
• Asear al paciente lo antes posible en caso de incontinencia para evitar maceraciones de la piel.
• Reeducar en lo posible los esfínteres.
• En las zonas de piel expuestas a humedad excesiva y continuada, aplicar productos barrera.                       



MOVILIZACIÓN:

Objetivo: Aliviar la presión sobre las áreas de riesgo (prominencias óseas).
Cuidados:
Realizar cambios posturales:
Todo paciente detectado como de riesgo debe ser cambiado de posición si no hay contraindicación por su patología de base. El periodo de tiempo entre cada cambio no debe exceder generalmente de dos horas y deberá estar definido en el plan de cuidados o historia del paciente. Los pacientes, en los que sea posible, deberán ser educados para cambiar de posición ellos mismos.
• En general se darán cambios posturales cada 2-3 horas (al menos dos por turno) a los pacientes encamados, siguiendo una rotación programada e individualizada que incluya siempre que se pueda el decúbito supino, la sedestación, el decúbito lateral izquierdo y el decúbito lateral derecho, y registrando la posición en la que se deja al paciente para dar continuidad a los cuidados (ver posiciones terapeuticas y colocación de almohadas).
• Evitar en lo posible apoyar directamente al paciente sobre sus lesiones
• En pacientes en sedestación los puntos de apoyo deberán modificarse con la misma frecuencia que en los encamados.
• Mantener el alineamiento corporal, la distribución del peso y el equilibrio.
• Evitar el contacto directo de las prominencias óseas entre si usando almohadas.
• Evitar el arrastre. Realizar las movilizaciones reduciendo las fuerzas tangenciales.
• En decúbito lateral, no sobrepasar los 30 grados.
• Si fuera necesario, elevar la cabecera de la cama lo minimo posible (máximo 30°) y durante el mínimo tiempo.
• Usar dispositivos que mitiguen al máximo la presión: colchones de aire (pacientes de peso inferior a 75 kg.), cojines, almohadas, protecciones locales, etc. Sólo es un material complementario no sustituye a la movilización.

Posiciones terapéuticas para los cambios posturales: